lunes, 31 de diciembre de 2007

Feliz Año Nuevo


Este es un mail de una amiga y resume todos mis deseos y sentiminetos, estoy todavia en un estado de ebriedad continua por esto de las fiestas que me es imposible pensar y derrochar buenas palabras, asi que le va a todas las personas que se atreven de tanto en tanto a perder unos minutos en leerme, en pasar por aqui y hacerme saber que vale la pena esto de conectarse y sacar lo que uno siente, que hay relaciones que nacen desde la incertidumbre del desconocimiento, de imaginarnos pares soñando las mismas estrellas, anhelando buenos sueños

Aqui sus palabras, tambien mis deseos. Besos y buen año

"Uno anda a las corridas por estos días. Hay mucho tránsito, la calle parece un hormiguero, los supermercados son imposibles y hasta hay gente de mal humor. Además, sacamos cuentas todo el tiempo: cuántos regalos faltan, cuánto se reduce el peceto, en cuánto se cocina el huevo duro, cuántas sillas hay, cuántas botellas hay que comprar. Están los que se pelearon con algún pariente, los que no se bancan a la suegra, los que van a conocer al novio de la nena o a la novia del nene, los que se enfrentan, por primera vez, con esa silla vacía, los que pondrán una silla más, los que pasan las primeras fiestas casados, los que las pasan divorciados, los pibes que van y vienen, los vecinos que no quieren milonga en la calle, los médicos que van a estar de guardia el 31 a la noche, el que se fue a la mierda para no ver a nadie hasta el año que viene, el que quiere estar con todos al mismo tiempo y no puede, el que piensa en ese abrazo tan lejos, la que, ahora, siente algo increíble que se le mueve en la panza, el que avisa que la mayonesa le cae mal y el que te cuenta que se rompió una muela comiendo una nuez. Y es inevitable que “los mala onda” pronostiquen lluvia y alguna que otra catástrofe, como que el lunes no hay bancos o que se viene un año bisiesto o que no vas a conseguir un remís ni disfrazado de mono.
Pero no importa: estamos por terminar el año. Y hay que festejarlo.
Después, ¡qué largo es enero!
O sea: qué lindo este ruido.
Porque aun cuando también llegan las tristezas y los recuerdos, aun cuando se notan las ausencias y las roturas, las fiestas certifican que estamos viviendo. Nos tocan a todos, nos involucran a todos, no nos dejan escapar ni del tumulto ni del embotellamiento ni de la risa del Papá Noel que contrataron en el shopping. Porque un año nuevo, a todos, nos abre interrogantes y nos llena de esperanzas. Y porque a todos, de una u otra manera, nos llega el cariño de los otros.
Entonces, mientras sucede la hecatombe del apuro, de las compras, de las cuentas, de las alegrías y de las penas, abrís tu correo electrónico y te encontrás con que un montón de gente se acordó de vos. Y, como no tenés tiempo, vas poniendo “banderitas” o estrellas para contestar más tarde, para dar las gracias, para devolver los buenos deseos; hasta que tu correo es una fila de banderitas pegadas a los nombres de los que te quieren, de los que están viviendo y saben que estás viviendo, y los que saben, también, que el 31 los teléfonos van a estar saturados y la casa llena de olor a comida.
Y sabés, incluso, que es muy probable que postergues esas respuestas, días y días, como postergaste todas esas promesas de “nos vemos antes de las fiestas”, todas esas ganas de pasar a palabras los sentimientos que se te despiertan, de ensanchar el aire para que los que querés sepan que los buenos deseos para 2008 son ciertos, y que salen desde muy adentro.
Así que se me ocurrió agarrar todas las banderitas juntas, levantarlas con la mano, saludarlos, agradecerles a los que me mandaron un mail, a los que me dejaron un mensaje en el contestador, a los que me escribieron un mensajito de texto en el celular –que jamás veré si no encuentro los anteojos- y a todos los que pienso que estas banderitas de colores les van a dar a entender que los tengo presentes y les deseo lo mejor.
A los que vi hace poco, a los que no veo hace mucho, a los que se acordaron de mi cumpleaños, a los que, por suerte, ignoran que estoy un año más vieja, a los que no saludé en sus cumpleaños, a los que me hacen reír, a los que van a estar a mi mesa, a los que les debo el brindis, a los que compartieron partes lindas de este año que se va, a los que entienden que no haya respondido a tiempo. A todos, mis banderitas.
En cuanto a luces, les mando las de adentro, nada más; las que a mí, tantas veces, me sirvieron de consuelo. Porque resulta, miren qué cosa, que hay una puta lamparita que, este año, no funciona y, por consiguiente, no funciona la guirnalda; no obstante, voy a celebrar el año nuevo. Y obviando mencionar que esa lamparita me recuerda que el viejo siempre las arreglaba, pienso –estoy convencida- que el cariño que recibimos, esa luz de adentro, es una usina colosal para iluminar los momentos más difíciles.
Así que les mando TODO MI CARIÑO en estas banderitas que se agitan esperando el año 2008.
María Laura"
Nda: La foto no es mas que la unica manera de hacerme presente para el saludo.

martes, 11 de diciembre de 2007

Balance


Mi balance de año debiera ser como cualquier otro

Decir que te espero aquí a pesar de la tormenta y las inundaciones

Mi balance de año tiene sueños y sonrisas

Primaveras de espera y caminatas de otoño en silencio

Debiera ser como cualquier otro

De camas vacías y ceniceros repletos de angustia

Mi balance de año tiene tardes de ventanas y pensamientos

Horarios de trabajo rutinario y cerveza con amigos

Debiera ser como cualquier otro

Con futbol y carreras de domingo por la tarde

Mi balance de año tiene tu foto y una despedida más

Como otros años que tuvieron fotos y despedidas

Con guerras estallando en el mundo

Caras nuevas que vienen y sombras de cuerpos que se marchan

Debiera ser como cualquier otro

A pesar de la barba que crece y del pelo que se cae

Con la esperanza de otro año de esperanzas

Mi balance de año tiene al mismo niño temeroso de otro año

El mismo egoísmo y la misma maldad de otros tiempos

El optimismo de mil batallas nuevas a ganar

Las heridas sin medallas que muestra mi cara

Debiera ser como cualquier otro

A pesar de mí

Sintiendo que otra vez que la reina de corazones

Volvió a quedar en el mazo.